Heladería Catania: un recorrido por su historia

Lugares que perduran

Gran parte de Rosario caracteriza a la Heladería Catania como la mejor de la ciudad. Si bien muchos conocen sus sabores, ¿cuántos saben su historia? Rosario por conocer dialogó con su dueño, Salvador Capitano, quien contó con detalle el recorrido, desde que abrió sus puertas hasta hoy, mencionando cada suceso que determinó a Catania tal y como la conocemos.

La historia empieza en el año 1952, cuando José Capitano, veterano de la Segunda Guerra Mundial, decidió emigrar desde Italia a Argentina en busca de un nuevo comienzo. Previo a venir al país, se compró una fabricadora de helado que le llegó al poco tiempo de su arribo.

Corría la mañana del 22 de noviembre de 1952, en la cual inauguró su primer bar/heladería en Montevideo entre Río de Janeiro y Valparaiso. A la par de trabajar ahí, salía a vender helados al Parque Independencia con su carrito. Por aquel entonces, resonaba con el nombre de “La Siciliana”.

Antes de llegar a ser la Catania que hoy conocemos, desde 1952 a 1967 atravesó momentos que marcarían el camino por recorrer. Del bar en el que comenzó, se mudó a Castellanos y Urquiza en 1953 para abrir otro bar/heladería. Esta vez, lo hizo con sus tres hermanos en sociedad.

Al poco tiempo, movilizaron todo hasta Pellegrini y Sarmiento, en donde pasaron a llamarse “El Favorito”. Posteriormente, ya en el año 1961, de ahí se trasladaron a Bv. Seguí y Entre Ríos, donde denominaron “Italia” la nueva heladería que cautivaría la zona sur.

Ya para 1963, la nueva sede sería en Jujuy y Moreno, siendo “Roma” el nuevo nombre que llevaría. Allí funcionó hasta 1966, cuando Don José decidió independizarse de sus hermanos y abrir su propio local.

Encontró la esquina de Avellaneda y Zeballos, por ese entonces un pequeño lugar, en el cual en noviembre de 1967 inauguraría “Catania”, la misma que hoy en día sigue en pie. Por aquella época, sólo había unas cuatro o cinco heladerías en Rosario, siendo Catania sobresaliente por su calidad artesanal. Los años pasaron, y actualmente es la heladería más antigua de la ciudad.

Con los años el local se fue agrandando, hasta llegar a ser lo que hoy en día conocemos. El principal orgullo de Catania es desde el primer día haber mantenido y conservado la calidad de sus helados.

A pesar de las crisis que ha atravesado, ninguna tormenta pudo tumbarla. Sus leales clientes siempre fueron el sol que hizo que se sostenga. Con una materia prima importada desde Italia, instauran sabores que marcan la diferencia.

En todas partes es nombrada, querida, por ese ambiente familiar que transmite y conserva. Con el correr de los años ha contagiado la pasión de los mayores hacia los más jóvenes. Atentos a cada detalle, continúan innovándose, pero sin perder la esencia.

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