En la tarde del 24 de marzo de 1987 tres sujetos irrumpieron en el edificio del Museo Municipal de Bellas Artes “Juan B. Castagnino”, en Av. Pellegrini y Bv. Oroño.
Estos tres hombres llamaron a la puerta del museo a eso de las 18.30 hs, dijeron que llevaban correspondencia y redujeron al sereno Eros Basaldella con un arma, quien era la única persona que se encontraba en el lugar y quien más tarde declararía que uno de los hombres tenía respiración asmática y el otro hablaba con acento francés.
Posteriormente cortaron el cable del teléfono (no había ningún tipo de alarma ni otra medida de seguridad) y se dirigieron, tras atravesar el hall central, hacia el fondo de la planta baja donde está la sala que lleva el nombre de Juan B. Castagnino, apoderándose de seis cuadros que retiraron de las paredes.
Los asaltantes desmantelaron con una prolijidad digna de expertos seis valiosas obras pertenecientes a Goya (dos), Paolo Veronese, El Greco, Tiziano y Alejandro Magnasco. Todas ellas formaban parte de la colección donada por la señora Rosa Tiscornia de Castagnino, en 1937.
Trasladaron éstos hacia el hall y a muy escasos metros de la entrada principal, como en una cruel paradoja, a los pies mismos del atril que junto a la escalera sostiene el retrato de Castagnino. El botín fue estimado en una suma de 12 millones de dólares.
Luego que los ladrones se retiraran, Basaldella dio aviso a la policía, que rápidamente se dirigió al lugar. Poco después la más alta jerarquía de la Unidad Regional II se dispuso un operativo cerrojo clausurándose todas las salidas de la ciudad, aunque por el tiempo que pasó los ladrones ya podrían haberse fugado.
Ni bien anoticiadas del robo, descendientes de la familia Castagnino, mencionaron la pérdida irreparable del robo, y que “quienes hicieron esto han sido expertos conocedores. No cortaron las telas y según parece desmontaron los bastidores llevándose aquellas intactas”.
Como era habitual por ese entonces, los días lunes y martes el museo estaba cerrado al público. Por lo que aquel martes 24 de marzo de 1987 era un escenario propicio para cometer el robo.
A pesar de los rastrillajes hechos por la policía en Rosario y en el país no se pudieron hallar ni las obras ni los ladrones.
Lo curioso es que el entonces intendente Horacio Usandizaga había decidido levantar la custodia policial del museo en el marco de un recorte de presupuesto.
Una sola obra, “Palomas y pollos”, de Goya, fue recuperada dos años después del golpe en Miami, cuando el ex comisario de la Policía Federal Juan Carlos Longo y su esposa Hilda intentaban venderla.
El golpe le valió a la Municipalidad de Rosario un juicio por parte de la familia Castagnino, que la demandó porque no había ninguna medida de seguridad en el museo para preservar las obras de la mano de los ladrones.
Vale mencionar, que cuatro años antes, en 1983, se había producido un robo similar al Museo Estevez y aún con ese antecedente la Municipalidad todavía no había dispuesto de ninguna medida de seguridad.
Por su parte, la Justicia apuntó a “mano de obra desocupada” integrada por ex miembros de los servicios de inteligencia de la dictadura. El único detenido fue Leandro Sánchez Reissse, acusado de ser uno de los represores del Batallón 601. En tanto, el resto de las obras todavía se puede observar entre las piezas de arte que busca Interpol.