Corría el año 1998 cuando Hermes Binner, entonces intendente de Rosario, realizó un viaje a exterior en el que vio un increíble show de aguas danzantes. Cautivado y sin dudarlo, inmediatamente tomó la decisión: quería ese espectáculo para la ciudad.
Al retornar, no tardó en poner manos a la obra. El sitio escogido fue el centro del laguito del Parque Independencia, a poco de cumplir 96 años de existencia. En poco más de 6 meses ya estaba todo listo. El acto inaugural se realizó el 28 de diciembre de 1998 con el repertorio exclusivo de Lito Vitale y Baglietto.
Un espectáculo que deslumbraba a quien observase. Las aguas danzantes llegaron para embellecer todo el parque, ya que además fueron acompañadas de varios trabajos de remodelación. No era para menos. Binner entendía que el Parque Independencia es la vidriera de Rosario. No sólo un lugar turístico lleno de atracciones y de historia, sino un espacio que los ciudadanos pueden disfrutar. Tema que pareciera que las personas a cargo de su mantención en los últimos 14 años no tuvieron en cuenta.
El parque estaba en su mejor momento. Embellecido, era testigo de cientos de rosarinos y rosarinas que se juntaban allí a pasar la tarde, y a la noche esperaban con ansias el show de aguas danzantes que era contemplado con esmero, y hasta producía los aplausos de los espectadores cuando finalizaba.
En los últimos años, esa atención y esos aplausos se transformaron en indiferencia y desidia. En primer lugar, por parte de las autoridades que decidieron hacer la vista gorda desde que el estado de las aguas danzantes comenzó a deteriorarse. Y en segundo lugar, por parte de la población que no le quedó más que aceptar que ya no volvería a ser lo mismo y apenas si se mantenían algunos pocos chorros en pie.
Una explosión en 2007 produjo un declive que persiste hasta hoy. Los cables eran muy finos para las bombas que tenía. Si bien se contrató una empresa para que la arregle, solo la empeoró.
Desde entonces nadie se hace cargo de su mantención económica y por consiguiente su estado cada vez es peor. Hay caños que están atados con alambres, otros con agujeros. Más de la mitad de las bombas con las que anda no funcionan. Eso explica el porqué de tan pocos chorros y tan bajos.
En enero de 2019 Mónica Fein prometió hacer la fuente nueva. Para tal remodelación iba a destinar 22 millones de pesos. Lo raro era que la obra tenía un costo de 60 millones. ¿Cómo se iba a hacer? No se sabe. Lo que si es público es que hasta noviembre de ese año no hubo ninguna novedad, a pesar de ya haber elegido una empresa. Tras perder en las elecciones con Pablo Javkin, sorpresivamente, el dinero nunca llegó.
Sin mantención y en muy mal estado, en diciembre de 2019 dejó de funcionar. Por la pandemia, se tuvo la excusa perfecta para que no se prenda. Pero sorpresivamente, a finales de 2020 dieron la orden de prenderla nuevamente (imagino que porque al estar apagada y vacía evidenciaba el estado en el que se encuentra).
Actualmente las aguas danzantes siguen funcionando. Pero sólo acercarse a ver denota que no tiene ni la mitad de la capacidad que supo tener. Y como ya mostré en varias partes del Parque Independencia, las autoridades (a pesar de que esto viene desde hace años) optan no más que por patearla. Hasta que no de más. Tal vez recién ahí tomen cartas en el asunto.