
En enero de 1949, la bebida que hacía pocos años se comercializaba en nuestra ciudad, fue prohibida en toda la provincia de Santa Fe. Tal prohibición persistió durante 12 años. ¿Por qué?
El viernes 10 de octubre de 1947 la gaseosa que cada vez ganaba más popularidad en nuestro país se presentó en Rosario. En ese entonces, la recomendación era beberla bien helada. Por aquellos días se decía que no se debía tomarla a una temperatura mayor porque hacía mal al estómago.
Rápidamente Coca Cola se impuso y comenzó a ganar cada vez más consumidores. Hasta que, finalizando la década de 1940, desde el gobierno de la Provincia de Santa Fe se prohibió su venta por un argumento contundente: la gaseosa no declaraba en su rótulo las concentraciones de cafeína, cuyo consumo resulta perjudicial en niños o personas con patologías cardíacas, y el Estado no podía autorizar la comercialización de alimentos sin conocer qué contenían.
Esta prohibición se levantó recién en 1961, después de un fallo judicial que obligó a la empresa multinacional a incorporar esa información en sus rotulados en todo el territorio santafesino.
Esta historia puede ser un claro ejemplo sobre el rol del Estado en la regulación y el control de la calidad de los alimentos, cuando en la actualidad se está discutiendo una nueva ley de Etiquetados de Alimentos, que tiene como objetivo que los y las consumidores tengan información clara y precisa sobre los productos que consumen. No es mi intención correrme de la historia y adentrarme en este otro tema, pero da para pensar. ¿Cuánto sabemos de lo que consumimos?