El histórico taller de escarabajos que funcionó durante casi 100 años en zona sur y es recordado por un gimnasio

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Rosario es una ciudad que almacena historias en cada rincón que la compone. Uno de esos lugares está en zona sur, sobre la concurrida avenida San Martín. Un histórico taller de combis y autos escarabajos, hoy toda una antigüedad, que estuvo en actividad ininterrumpida durante casi 100 años. En ese mismo lugar desde hace varios años funciona un box de crossfit, el primero de la zona sur, que le rinde homenaje al emblemático taller del barrio. Para conocer con profundidad esta historia, Rosario Por Conocer dialogó con Andrés Bañez, último dueño del taller y con Mariano Agüero y Julieta Guzmán, la pareja que incursionó en una disciplina que les apasiona, manteniendo la esencia del lugar.

José Mariano Bañez era un mecánico rosarino que nació en 1898 y en 1920 decidió abrir un taller mecánico en la zona sur de la ciudad. Más precisamente, en San Martín 3740. Trabajaba con varias marcas de autos y especialmente con los camiones International.

José Mariano Bañez

Para finales de la década de 1940 comenzaron a llegar los escarabajos a Argentina, que habían sido creados por la empresa alemana Volkswagen en 1938. José ya estaba grande y no podía seguir trabajando, por lo que paralelamente de la llegada del escarabajo al país se incorporaron al negocio sus hijos José y Oscar.

Fueron José y Oscar quienes comenzaron a arreglar los novedosos escarabajos y también las combis que llegaron y no tardaron en ganar popularidad. En el año 1961 se transformaron en servicio autorizado de Volkswagen para arreglar estos vehículos. También había otro taller autorizado en otra zona de la ciudad, Villegas y Liberati, pero cerró en la década del 60’, quedando sólo ellos.

De izquieda a derecha: Oscar Bañez, Grondona (un socio) y José Bañez, durante la inauguración de la casa de repuestos en 1962
Carta por la cual se notificó el nombramiento del taller como servicio autorizado

VW, en ese momento la representación a nivel nacional de la marca se hacía a través de los concesionarios Chrysler

Por la cantidad del trabajo se dedicaban exclusivamente a la reparación de escarabajos y combis, además de verse en la necesidad de reformar el antiguo taller de su papá, construyendo una propiedad más amplia en el mismo solar. Al lado, donde actualmente hay una verdulería, funcionaba la casa de repuestos.

Construcción del local donde hoy está el gimnasio y la tienda de lencería. Año 1965-66. Al lado, donde estaba la casa de repuestos, actualmente hay una verdulería

En 1963 José recibió la noticia de que la fábrica, que estaba en Alemania, brindaba a los talleres autorizados una capacitación en tal lugar, como una especie de beca para que aumenten los conocimientos dentro del rubro. Sin dudarlo, José hizo un curso acelerado de alemán y se fue en barco hacia ese país, donde estuvo un año en la escuela de servicio.

Allí vivía en las viviendas del personal de la fábrica, en un barrio afuera de la ciudad de  Wolfsburgo.  Al regresar, no desaprovechó la oportunidad y se trajo en el barco 150 kilos de herramientas, que compró en Alemania y en Suecia. Además trajo planos originales y formas de armar acá el taller.

Al momento de viajar a Alemania, la motivación de la empresa en brindar estas capacitaciones se debían a que tenían la intención de instalar una fábrica de escarabajos en Rosario y otra en Santa Fe, incentivando la realización del curso.

De todas maneras esto no se concretó. Para el año 1965 esa fábrica se instaló en Brasil y en Argentina se cerró la importación de autos. Esto significó un problema para el taller dado que representó una caída en el trabajo, ya que sólo siguieron trabajando con los autos que había en circulación. Al no renovarse los autos, cada vez tenían menos trabajo.

Ya en la década del 70’ la situación económica seguía sin ser favorable por lo que José optó con ponerse un transporte escolar junto a Oscar con las combis que tenían. Llegaron a tener 7, hasta que a José le salió la oportunidad de trabajar en Brasil como jefe de taller en una concesionaria. Estuvo ahí un año y medio, hasta que en 1975 se volvió a Rosario porque extrañaba su lugar y familia. Al regresar se puso en pareja y tuvo a Andrés, su primer hijo, quien también se terminaría incorporando al negocio.

Finalmente en los 80’ Volkswagen se radica en San Justo, cuando compró la fábrica que anteriormente era de Crysler, donde comenzaron a fabricar la combi. Paralelamente volvieron a entrar los escarabajos al país, provenientes de Brasil, modelos 80-81. Estos fueron los últimos que llegaron, mayormente de color amarillo, que aisladamente se pueden cruzar por las calles de Rosario. 

De esta manera el trabajo repuntó. Con la cantidad de combis más los autos, desde mediados de los 80’ hasta el fin de siglo puede marcarse como la época dorada del taller. Para el 2000 “Mecánica Bañez” nuevamente se encontraría en una situación complicada.

Las combis dejaron de fabricarse en Argentina, además de perder su uso comercial por su antigüedad. Sumado a que comenzaron a comercializarse las trafic, más la agravante crisis del 2001, fue una época donde abrían de lunes a sábado y no entraba un solo vehículo.

Andrés, hijo de José que ingresó en el taller en 1994, cuenta que en esa época reparaban un motor por semana. Actualmente, que se sigue dedicando a eso, arregla tres por año. El decaimiento laboral también coincidió con el primer y segundo plan canje, donde había una renovación del parque automotor.

Por la complicada situación del país y el poco trabajo Andrés evaluó la posibilidad de irse a Estados Unidos a un taller de escarabajos donde le comentaron que necesitaban mecánicos. Pero su papá lo convenció de quedarse y siguió apostando a su ciudad.

Para el 2003 el trabajo comenzó a reactivarse. Siguiendo en la línea de los escarabajos y las combis, después del segundo plan canje empezó una etapa diferente. Por las combis comenzaron a ser vehículos de óseo,  con las experiencias de viajar en las mismas. Y los escarabajos, a pesar de ser más reducidos, pasaron a ser autos viejos a autos antiguos, por lo que realizaban restauraciones. Esto se mantuvo hasta el conflicto del campo en 2008, donde el trabajo comenzó a mermar bastante, marcando los últimos años del taller.

En agosto de 2011 falleció la madre de Andrés y 3 semanas después a José, su papá, le dio un acv. Por lo que Andrés tomó la determinación de cerrar el taller de San Martín 3740, después de casi 100 años de existencia. En 2014 José falleció y Andrés comenzó a vaciar el local, que almacenaba cosas desde que había abierto alrededor de 1920. Él armó un taller para seguir trabajando de esto en un galpón que había al lado de su casa, trasladando algunas maquinarias y autos, y regalando y tirando muchas otras.

Aunque a pesar del cierre no sería el fin de la historia de la propiedad de San Martín 3740. Al vaciarlo, lo puso en alquiler. Mariano Agüero, que trabajaba en el Ejercito, en 2017 pasaba con el colectivo y veía aquel cartel verde de “se alquila”.

Junto a su pareja, Julieta, iban desde la zona sur hasta el centro para hacer crossfit y tenían la idea de poner un box en la zona por la que vivían, dado que no había ninguno.

Empezaron a buscar local, pero no encontraban lo que buscaban. Tenían ahorros y querían invertirlos en un gimnasio de los que faltaban en zona sur, con el objetivo de desarrollarse comercialmente y apostando a poder hacerlo en Rosario.

Una tarde Mariano y Julieta salieron a caminar por San Martín y al cruzar 24 de septiembre comenzaron a mirar con detenimiento este local que estaba en alquiler. Pero era poco lo que podía verse desde afuera, por lo que llamaron a la inmobiliaria para solicitar una visita.

Lo fueron a ver, y ni bien ingresaron pensaron que no era el lugar. Después de varios años sin uso, estaba destruido. Era mucho lo que había por hacer y al no ser todavía del palo de los gimnasios, no tenían ninguna garantía de que saliera bien. Pero fue en ese momento cuando Mariano dijo “miralo terminado”, y ahí empezaron a verlo con otros ojos.

Eligieron el lugar y en tiempo récord el gimnasio abrió sus puertas. El 2 de febrero de 2018 les entregaron las llaves y el 19 de marzo se realizó la clase inaugural. Fue un intenso mes y medio donde reformaron y armaron todo a pulmón entre ellos junto a sus hijos. Para lo único que contrataron albañiles fue para hacer los baños, obra necesaria.

A la hora de elegir el nombre, querían que sea algo relacionado con la historia y esencia del lugar. Después de pensarlo bastante y analizar varias opciones, se decidieron por “Kafer”, que significa escarabajo en alemán.

El box de crossfit Kafer en San Martín 3740, el local de lencería en la parte de adelante y la pollería y verdulería donde estaba la tienda de repuestos.