Últimamente se ha hablado bastante sobre revitalizar el centro rosarino, ya que distintas propuestas de reordenamiento urbanístico se vienen trabajando en el Concejo Municipal. Los proyectos en cuestión buscan redefinir criterios sobre la edificación y el reordenamiento vehicular de la zona.
La intención de la Municipalidad de desarrollar un plan integral para intervenir y revitalizar el centro parece muy buena idea, pero sobre ciertas cuestiones vale preguntarse: ¿a qué costo?
En la década de 1960 y 1970 muchas casonas y edificios históricos fueron demolidos, víctimas de la especulación inmobiliaria. Verdaderos “arquitectonicidios” ejecutados bajo el lema del progreso. No es errónea la intención de avance y desarrollo. Al fin y al cabo, en parte eso también posiciona a la ciudad como una de las más atractivas del país.
Sin embargo, a costa de eso en muchas ocasiones se ha eliminado parte de nuestra historia. Historia que sigue viva en fotos, recuerdos y anécdotas. Pero no físicamente, y se pudo haber evitado. Las obras que surgieron eran factibles realizarlas en otro sitio o se podrían haber mantenido ciertas estructuras o partes de ellas.
Para evitar seguir perdiendo lugares de valor patrimonial, la Municipalidad en 1996 creó un programa que protege a las edificaciones históricas de ser demolidas. El programa de Preservación y Rehabilitación del Patrimonio urbanístico comprende casi 6.000 inmuebles, de los cuales casi la mitad, por razones históricas, se encuentran en el área de Pellegrini, Oroño y el río Paraná.
Uno de esos lugares, es el inmueble donde funcionó el cine Palace Theatre, ubicado en Córdoba 1384. En el marco de ese programa, este edificio fue incluido en el plan Sumando Patrimonio que se llevó a cabo en 2008, durante la intendencia de Miguel Lifschitz.
El cine que supo recibir a Gardel abrió el 24 de junio de 1914 y se trataba de un cine asombrosamente lujoso, con una destacada distribución de sus plateas. Desde el punto de vista arquitectónico el Palace Theatre fue la primera gran sala cinematográfica.
Inclusive fue en 1929 que se convirtió en la primera sala que comenzó a exhibir en forma exclusiva y sistemática films de largometraje enteramente sonoros. La sala que se convirtió en una de las más tradicionales de Rosario realizó su última función el 28 de junio de 1989, proyectando “Imagina”, documental sobre la vida de John Lennon. Al día siguiente cerró sus puertas.
Estuvo un tiempo desocupado hasta que se abrieron unos negocios tipo feria. Actualmente y desde hace varios años, allí funciona un local de ropa deportiva.
En estos días se ha presentado una petición para bajar el grado de protección que tiene el inmueble, y que de esa manera pueda demolerse. Para profundizar esta cuestión, Rosario Por Conocer se comunicó con la concejala Fernanda Gigliani (Iniciativa Popular), quien explicó que actualmente el inmueble tiene una categoría 2C, la cual expresa que se admiten modificaciones en el interior del lugar, pero se prohíbe tocar su fachada, que debe ser conservada.
Dentro de los proyectos para revitalizar el centro rosarino, se solicita que la propiedad pase a ser categoría 3B, que significaría que el lugar pueda ser demolido en su totalidad.
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“Aquellos que no pueden recordar el pasado están condenados a repetirlo”, dice la célebre frase del poeta español George Santayana. Aprender de los errores es indispensable para no volver a cometerlos. A pesar de eso, claro está que la especulación inmobiliaria tiene poca capacidad de aprendizaje o directamente nunca le apetece reparar en ello.
Ahora bien, ¿cómo se decide si se aprueba el cambio de categoría, que permitiría la demolición de este inmueble? Respecto a esto, Gigliani afirmó que los y las concejales deben votar a favor o en contra del cambio. Esta votación está prevista para la próxima semana. Resta ver si los 28 ediles que integran el actual cuerpo deliberativo de la ciudad (13 de ellos con mandato casi concluido) han aprendido de los errores del pasado rosarino o si terminan prevaleciendo los intereses que siempre se ubican en el medio.