Elpidio González: el primer rosarino que fue vicepresidente y que rechazó tener sueldo

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Fue la primera persona que nació en Rosario y llegó a ocupar el cargo de Vicepresidente de la Nación. Amigo personal de Hipólito Yrigoyen, rechazó tener sueldo y jubilación de privilegio, porque consideraba que estaba mal cobrar por algo para lo que el pueblo lo había elegido. Rodeado de pocos familiares y amigos, murió en la pobreza.

El 1 de agosto de 1875 nació en Rosario Pedro Elpidio González. Sus primeros estudios los realizó en el Colegio Hispano- Americano y su secundaria en el Colegio Nacional de Rosario, egresando en 1893. Posteriormente se trasladó a Córdoba, donde estudiaría abogacía.

Ingresó a la Unión Cívica Radical y en la universidad fue donde conoció a su mentor: Hipólito Yrigoyen, de quien se hizo amigo personal. En 1912, a sus 37 años, asumió el cargo de Diputado Nacional. Tiempo después, durante la presidencia de Yrigoyen (1916-1922)fue Ministro de Guerra y Jefe de Policía en Buenos Aires.  

Elpidio González a la derecha de Hipólito Yrigoyen

Pero el punto de inflexión de su carrera llegaría en 1922. En los comicios presidenciales se postuló a vicepresidente por la fórmula que resultaría ganadora, junto a Marcelo Torcuato de Alvear, que fue electo presidente.

Cuando le tocó desempeñarse como vicepresidente, entre 1922 y 1928, rechazó tener sueldo porque consideraba que estaba mal cobrar por algo para lo que el pueblo lo había elegido. Además, consideraba que ejercer la vicepresidencia era todo un honor y que si desempeñaba bien su trabajo, el prestigio tendría mucho más valor.

Ahora bien, si no cobraba el sueldo de vicepresidente, ¿de qué vivía?

Su horario de trabajo era de 7 a 18 hs. Pero le había solicitado a Alvear poder retirarse de la Casa Rosada a las 16. Sin pedir explicaciones, Alvear aceptó su pedido. Poco de un mes después uno de los ministros de Alvear le comentó que lo vio a Elpidio en la Plaza Lavalle, ubicada a unas cuadras de la Casa Rosada, vendiendo Anilinas Colibrí y pomada para zapatos. Con esos ingresos mantenía a su familia.

En 1928 Yrigoyen fue electo nuevamente presidente y para ese mandato González pasó a ocupar el cargo de Ministro del Interior. Aunque este se vería interrumpido por el golpe militar del 6 de septiembre de 1930, que además lo encarceló durante dos años.

Una vez liberado, sin dinero debió volver a vivir a una pensión ubicada en la Avenida de Mayo, la misma que había ocupado en su juventud, ya que le habían ejecutado la hipoteca que pesaba sobre su vivienda.

El presidente Agustín P. Justo (1932-1938) al enterarse de su precaria situación económica, lo envió a su secretario general a entregarle dinero. «Se lo dejo. Es la orden que tengo del general Justo, quien le envía, además, un afectuoso saludo», le dijo el mensajero a Elpidio.

Elpidio en la década de 1930

González observó que dentro del sobre había muchos billetes de mil pesos. Él mismo contó: «Felizmente lo alcancé al señor que me lo había dejado y se lo devolví. No lo quería recibir de vuelta, y tuve que ponerme muy serio y decirle que no iba a permitir que me ofendiera así el Presidente ni nadie, por más buena voluntad que hubiera de por medio».

En 1938 se convirtió en ley un proyecto que había elaborado el diputado Adrián Escobar, que contemplaba una jubilación vitalicia para presidentes de 3000 pesos mensuales y de 2000 para vicepresidentes.

En la pensión donde vivía era todo se transformó en alegría. «¡Don Elpidio! ¡Dos mil pesos! ¡Ya tiene su jubilación de vicepresidente!”, decían sus compañeros. La respuesta los descolocó. «No, yo no puedo aceptar eso”.

El 6 de octubre de 1938 le escribió una carta al presidente Ortiz, en la que señalaba: «Habiendo sido promulgada la Ley que concede una asignación vitalicia a los ex Presidentes y Vicepresidentes de la Nación, cúmpleme dejar constancia al señor Presidente, en su carácter de ‘jefe Supremo de la Nación, que tiene a su cargo la Administración General del País’, de mi decisión irrevocable de no acogerme a los beneficios de dicha Ley«.

Carta que le envió al Presidente Ortiz el 6 de octubre de 1938

«Al adoptar esta actitud sigo íntimas convicciones de mi espíritu. Entregado desde los albores de mi vida a las inquietudes de la Unión Cívica Radical, persiguiendo anhelos de bien público, jamás me puse a meditar, en la larga trayectoria recorrida, acerca de las contingencias adversas o beneficiosas que los acontecimientos podían depararme. No esperaba, pues, esta recompensa, ni la deseo y, al renunciarla, me complace comprobar que estoy de acuerdo con mis sentimientos más arraigados», siguió.

«Confío en que, Dios mediante, he de poder sobrellevar la vida con mi trabajo, sin acogerme a la ayuda de la República por cuya grandeza he luchado y que, si alguna vez, he recogido amarguras y sinsabores me siento recompensado con crecer por la fortuna de haberlo dado todo por la felicidad de mi Patria. Saludo al Señor Presidente», concluyó.

Mientras tanto, continuaba participando de los actos partidarios y se lo veía activo en actos y reuniones. A comienzos de octubre de 1951, fue operado en el Hospital Italiano. Permaneció internado allí porque no tenía dónde ir a vivir. Falleció el 18 de octubre de 1951, acompañado de unos pocos familiares y amigos. Sus restos fueron velados en el Comité Nacional de la Unión Cívica Radical y fue sepultado en el Panteón de los Caídos de la Revolución de 1890, junto a su amigo Yrigoyen, en el Cementerio de la Recoleta.

Fuentes: Infobae y Matices de Rosario.